Enseña como todas las cosas avisan de la muerte
Miré los muros de la Patria mía,
Si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
De la carrera de la edad cansados,
Por quien caduca ya su valentía.
Salíme al Campo, vi que el Sol bebía
Los arroyos del hielo desatados,
Y del Monte quejosos los ganados,
Que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi Casa; vi que, amancillada,
De anciana habitación era despojos;
Mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
Y no hallé cosa en que poner los ojos
Que no fuese recuerdo de la muerte.
Espacio
La recorrida del poeta va en círculos concéntricos desde lo exterior hacia lo interior. Las imágenes se intensifican y reflejan desolación y soledad. El primer espacio es indicado por “los muros de la patria”. El espacio público habitado: la ciudad, el país. El segundo por los espacios naturales: los arroyos, el monte, el campo. El tercero por espacios interiores: la casa, la habitación. El espacio de la intimidad: la espada, el báculo
Antítesis: parejas contradictorias
“Los muros antes ‘fuertes’ ya están ‘cansados’; luego, el sol se fusiona con el hielo (calor/frío); el día se confunde, en el crepúsculo, con la noche (luz/sombra); la habitación si antes inmaculada ya está ‘amancillada’, el báculo si ‘fuerte’ ya débil, la espada si victoriosa ya vencida”.
Progresión de la muerte
El poeta señala en los espacios que va recorriendo signos de abandono y decadencia.
Profusión de palabras que indican decadencia y agotamiento: desmoronados, cansados, caduca, desatados, sombras, amancillado, anciana, despojos, vencida, muerte.
Contexto histórico
Quevedo encarna el español de la España imperial decadente. Siente el inminente acabamiento de una época gloriosa. Expresa la angustia de ser ciudadano español en aquel momento histórico
Soledad y desesperanza
No hay ningún tono de esperanza ni de optimismo. Hace caso omiso de la creencia cristiana de una vida eterna. Hasta se lo puede considerar pagano.
Primer Cuarteto
“Los muros de la patria mía”: representa la ruina del imperio español. El adjetivo cansados transfiere un rasgo humano a los muros. De la carrera de la edad = A causa de (cansados a causa de la carrera del tiempo) Quevedo insinúa que el cansancio de los muros se refiere al agotamiento moral y la pérdida de la bravura del pueblo español.
Segundo cuarteto
Generalmente la llegada de la primavera evocaría el renacer de la vida….en Quevedo evoca lo contrario. Recalca lo pasajero de cuanto existe. Se indica la brevedad de las estaciones mezclando los elementos representativos de cada temporada en una sola escena. El hielo invernal se convierte en el hielo desatado o descongelado de la primavera. Por su proximidad a la superficie del agua el sol parece estar bebiéndola. Bebía equivale a hacía evaporar o secaba los arroyos. La avidez solar anticipa la sequedad del verano que se avecina. Aquí Quevedo combina las emblemas que típicamente identifican cada estación. Su propósito es borrar los límites de las mismas. Al mezclar las características que definen las estaciones Quevedo logra expresar el transcurso fugaz de la vida. Por lo general el deshielo anuncia la renovación de la vida natural, no es aquí ocasión de regocijo, sin anticipo de la sequedad del verano que se acerca. El monte no contrarresta la impresión de sequedad. Tampoco sugiere ideas de descanso, frescura y solaz. Aquí es una imagen siniestra, ya que su misión es exclusivamente robar la luz al día, es decir, destruir la luz, símbolo de la vida, sustituyéndola con la sombra, representación de la muerte. En esta estrofa tenemos un claro hipérbaton: y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurtó su luz al día (=) equivale a y los ganados quejosos del monte que con (sus) sombras hurtó su luz al día. El ganado está quejoso por las sombras que les impiden gozar de la luz del sol. Otro ejemplo de personificación.
Primer y segundo terceto
La imagen de “mi casa” aquí no evoca agradables recuerdos familiares sino es otro indicio más del paso veloz del tiempo. Como tampoco evocan los muros imágenes de un pasado glorioso sino recuerdan a Quevedo el poder destructor del tiempo. Otra víctima del transcurso del tiempo es el mismo poeta que se siente tan vencido por la edad como su propia espada. El báculo es un triste y constante recordatorio de su edad avanzada y la muerte que lo esperaba. Finalmente el último terceto cierra el círculo a modo de conclusión argumentativa. Retoma el razonamiento iniciado con el propio título del poema para reafirmarse concluyentemente luego de ser “demostrado” en las estrofas anteriores.